Esta película narra el paso de un ser consciente, un hombre número 7, en un manicomio (el mundo donde vivimos), igual que hizo Jesús en la tierra hace dos mil años. Ambos parecen chiflados a los ojos de los dormidos porque salen de los límites establecidos por el sistema y nuestra manera de pensar habitual.

Rantés dice venir de otro planeta, pero ese planeta está en su interior, el Reino de los cielos, otro nivel de ser, de comprensión. Puede ver más allá de las apariencias, ir más allá de los límites, puede ver el significado profundo de todas las cosas.

El centro psiquiátrico representa la vida que tenemos, encerrados en una prisión, controlados y dirigidos por un sistema de control, a través de una medicación formada por una alimentación basura, medios de comunicación, distracciones, para estar sumisos y domados como animales. Salir de este círculo es casi imposible. ¿pero quienes están más locos (dormidos), los que están dentro del manicomio o los que están fuera?

Los que salen del camino ya trillado por la vida mecánica son vistos como la oveja negra del rebaño, que hay que “curar”, separándola del resto, para evitar el contagio, como la costumbre que tienen los doctores de inclinar la silla para atrás para no contagiarse de los pacientes. 

Al ver la escena del concierto de la “oda a la alegría” me pareció como una metáfora de la vida. Rantés como ser consciente bailaba en la vida, (el concierto), “podía hacer” y tomaba la batuta, como director de su vida, dueño de sus pensamientos, sentimientos y acciones. El resto de asistentes son espectadores, no pueden hacer. El concierto (la vida), les sucede.

El sistema no cura a nadie, nos mantiene dormidos, aunque nos hacen creer lo contrario. Perdemos nuestra individualidad y depositamos nuestro poder en la pastilla (como la de Matrix), que nos mantiene drogados como a los pacientes del manicomio, para formar parte del rebaño (del círculo dormido de la humanidad). Esta pastilla, (falsa personalidad), formada por emociones negativas, identificaciones, consideración interna, etc., la tomamos a diario desde que nos levantamos de la cama, hasta que nos vamos a dormir. Como dice Rantés: “si Dios está en cada uno de ustedes, estamos asesinando a Dios todos los días”.

En nuestro estado actual de sueño, no sabemos reconocer nuestra divinidad, ni la que hay en las otras personas. Vivimos de espaldas a nuestra interioridad, separados de nosotros mismos y de las otras personas.

El doctor Denis puede reconocer a través de Rantés parte de ese mundo interior que está más allá de la niebla formada por nuestra falsa personalidad y que es la que nos conecta con las personas de nuestro entorno.

Igual que Jesús, Rantés tiene su propio “vía crucis”, su calvario hasta la Cruz. Es víctima de la ignorancia de los que dirigen el mundo. En lugar de lanzas, látigos, clavos, etc., están las inyecciones y la medicación que ponen fin a su existencia en este plano.