Silvia Prieto personifica la versión más mecánica, más dormida de cada uno de nosotros, de cómo todo nos sucede en la vida, nos llamemos Silvia Prieto, Jose, Andrés, Marta, Ricardo, etc.
Queremos cambiar nuestra vida, pero la vida nos contesta con los mismos eventos disfrazados si no hay un cambio interno.
Si tomamos toda la película en su conjunto como Silvia Prieto encontramos todos los componentes que dan forma a su psicología. Los diferentes yoes como los personajes que interactúan con sus diferentes tipologías. La chaqueta de Armani, el vestuario de las empresas donde trabajan, el abrigo de la abuela, como lo más externo, la personalidad o falsa personalidad. El bosque de Palermo como el inconsciente, lo oculto, la planta más baja de nuestra casa psicológica donde nos olvidamos por completo de nosotros. El canario que no canta y que es olvidado en el bar podría ser la parte esencial, aquí pequeñito y frágil y encerrado en la jaula sin voz y sin poder ser activo en la vida de Silvia.
El horno donde a menudo cocina el pollo, podría ser el centro emocional donde se cocinan las emociones negativas de Silvia, cuando despedaza el pollo parece proyectar su rabia contenida, como si quisiera terminar con algo de ella que no quiere, pero que luego al cocinar en el horno puede digerir, como si volviera a tragarse sus propios problemas y conflictos una y otra vez de forma recurrente. Cada parte del pollo es una emoción negativa guardada en el centro emocional.
Silvia Prieto odia a la otra Silvia Prieto, pero este odio es hacia ella misma a todo lo que asocia como ella misma resumido en su nombre, y esto se refleja en sus relaciones con los demás y los eventos que le suceden. La muñeca que le regalan también es ella y metafóricamente termina abandonada en la calle hasta que un chico la recupera.
Su amigo Gabriel, el poeta, profundamente dormido en el mundo 96 al que llaman lámpara de botella, atrae constantemente a personas que le recuerdan como una persona inútil, que no sirve para nada, con una vida desordenada y fragmentada. Parece querer ocultar su parte más esencial con un exagerado uso de desodorante o falsa personalidad. Cuando Silvia Prieto le regala una lámpara de botella parece recordar a Gabriel su papel de inútil durante sus 30 años de vida. La lámpara no tiene pantalla (luz, conciencia) y Silvia le dice que la tiene que comprar él. Podríamos interpretarlo como que Gabriel como lámpara sin pantalla (conciencia), ha de buscar su propia luz o conciencia para estar más despierto y tener una vida más organizada, ordenada y equilibrada.