Aquí nos muestra un reflejo del funcionamiento de una parte de la psicología de la máquina, centrándose en el centro emocional y como vamos llenando los vagones de nuestra locomotora, la máquina, con emociones negativas a medida que pasan los años.

Alegría, que podría ser la parte esencial, quiere ser el conductor del tren, de la niña, que a medida que se va desplazando por las diferentes vías de la vida y va visitando diferentes ciudades, a veces desagradables, van apareciendo nuevos compañeros de viaje que se hacen con el control de la locomotora, de la máquina. La ira, el miedo, la tristeza, nos llevan por caminos equivocados y nos hacen gastar más combustible de lo normal. El tren circula sin rumbo definido y a trompicones.  Los vagones con los recuerdos familiares, amistades, emociones positivas se van descolgando, quedan apartados, alejados, y cambiamos de recorrido con un paisaje más gris y desagradable.

Observar las emociones y yoes negativos como propone el trabajo puede ser el primer paso para que la esencia pueda volver a estar en la cabina de la locomotora y dirigir el tren de nuevo por un recorrido más consciente, con otro paisaje más luminoso y colorido.

Nuestro mayor enemigo para llevar una vida feliz está en nosotros, pero no somos nosotros, le hemos dado cobijo en nuestra casa psicológica. Las emociones negativas han tomado el poder y son dueñas de nuestras decisiones equivocadas y recurrentes. Se han quedado como inquilinos haciéndonos creer que son necesarias para nuestra vida ordinaria.

Las islas de la familia, la amistad, la sinceridad, etc, me pareció el conjunto de experiencias acumuladas en nuestra vida y que quedan grabadas en nuestro ser, como un álbum donde agrupamos las mejores fotos con las mejores impresiones. 

Una de las escenas que más me emocionó, es cuando Alegría y el amigo imaginario de Riley, Bing Bong, están atrapados abajo en el vertedero, sin saber cómo salir y Alegría tiene la idea de coger el cohete como vehículo, como la enseñanza en el trabajo, el medio que nos permite salir, escapar de la oscuridad del sueño, hasta elevarnos a la luz del despertar, a otro nivel de conciencia, dejando atrás el lastre de lo que ya no es necesario, sacrificando el amigo imaginario, que abandona el cohete para que Alegría pueda llegar a la cima.

“si tú quieres despegar ¡Bing Bong!¡Bing Bong!, al cohete has de cantar ¡Bing!¡Bong!¡Bing!¡Bong!. Y la versión de Escuela: “si tú quieres despertar ¡Bing!¡Bong! ¡Bing!¡Bong!, el Trabajo has de aplicar, “Bing!¡Bong! ¡Bing!¡Bong! ¡Bing!¡Bong!. 

Como en la vida cuando hacemos el Trabajo, Alegría aprovecha todos los recursos que tiene en sus manos, las condiciones que tiene, las herramientas a su disposición, ser el buen amo de casa con la vida que tenemos, aprender a cada paso, para llegar a la central y tomar el control de la máquina, de su psicología.