Desde el punto de vista del trabajo podemos interpretarlo como un viaje, como un camino interior, desde el estado de sueño (la guerra, la violencia, las emociones negativas), donde se inicia la historia, al estado del despertar (el Reino de Ítaca, su país, o el Reino de los cielos). Este viaje puede ser el viaje de nuestra vida en este mundo donde vivimos. Un viaje para recordarnos a nosotros mismos.

El reino, el país donde permanece un tiempo y comienza a recuperar la memoria, los recuerdos, su pasado, es como la Escuela de autoconocimiento que le ayuda a descubrir su verdadera naturaleza, a recordarse a sí mismo, sus habilidades, sus actitudes, su potencial oculto tras el olvido, el sueño psicológico.

En la guerra de Troya, los griegos fabrican un caballo como un regalo, que oculta a los soldados que van a invadir la ciudad. A nivel existencial, desde que nacemos nos vamos construyendo un traje psicológico para penetrar en la vida mecánica, para ocupar nuestro espacio, nuestra ciudad de Troya, en la sociedad que nos ha tocado vivir.

Bajo la ira de Neptuno, Ulises queda atrapado en el sueño de la vida mecánica. En la cueva de Polifemo, el gigante del apego por el mundo sensorial, los placeres de la comida y la bebida lo mantienen preso, alejado de su camino a casa (el despertar).

Tras liberarse de Polifemo, Ulises continúa su camino de regreso a casa, pero otra fuerza contraria se interpone en su viaje en forma de cantos de sirena, distorsionando la realidad, como la fantasía y la imaginación en nuestras vidas, falsas creencias autogeneradas o impuestas que nos alejan del rumbo elegido inicialmente. Ulises se recuerda a sí mismo y pide a sus compañeros de viaje (los yoes del trabajo), que lo amarren al mástil (la fuerza del trabajo), agarrarse a las enseñanzas, al conocimiento, para no caer bajo el encantamiento de los cantos de sirena, la confusión y el sueño.

La travesía continua y otra fuerza desconocida atrae la nave hacía tierras extrañas. Somos presos de la ley del accidente, todo nos sucede, nada podemos hacer. Dicen los tripulantes: “sucede algo muy extraño, el viento sopla, pero la vela no lo recoge”. La recurrencia nos mantiene atados a repetir los mismos errores una y otra vez por falta de conciencia.

Un marinero dice: “No consigo gobernar la nave”, la vida mecánica es dueña de nuestras decisiones, las influencias externas no dejan hacer. El barco, la nave somos nosotros en el mar de la vida, a merced de los eventos: las olas, la lluvia, la tormenta, el viento, los arrecifes, etc.

Circe la hechicera, como la vida crea distracciones para que Ulises y sus compañeros no prosigan su camino de regreso a casa. Los placeres terrenales hacen de segunda fuerza. Pasan 6 meses y a Ulises le parece un día. El embrujo de la vida distorsiona la verdad.

Tras liberarse del encantamiento de Circe, Ulises llega disfrazado de mendigo a su hogar que está lleno de enemigos, aspirantes a ocupar su lugar, yoes negativos que quieren tener el control de la máquina. Es la casa de Ulises donde vive la esencia, personificada en su esposa Penélope. Ulises como yo real, como conciencia, se despoja del hábito de mendigo, se quita la falsa personalidad y siendo consciente de los yoes negativos que estaban en su casa, recupera el mando de su máquina, de su hogar y se reencuentra con su esencia, con Penélope para integrarse y completarse como ser consciente.