Al final de la película el protagonista Tim nos recuerda que todos viajamos cada día en el tiempo. La vida es un gran viaje lleno de pequeños viajes diarios, donde un día es el viaje al pasado del día siguiente. Si nos observamos y nos recordamos cada día tenemos la posibilidad de no caer en los mismos errores una y otra vez. Es buscar ese lugar tranquilo, ese espacio en nuestro interior donde encontrar esa luz, mayor comprensión, y tener la posibilidad de tomar mejores decisiones. Me recordó cuando Tim para volver a su pasado busca un armario o lugar tranquilo para retroceder en el tiempo.
El final es el principio; recordar lo que olvidamos, que cada día es una oportunidad para ser más conscientes, para crecer interiormente.
Como el padre de Tim, cuando le recuerda que este poder que tiene de ir a su pasado lo use de manera constructiva, para algo que pueda mejorar su vida y no desperdiciarla. El ya recorrió ese camino y como el maestro que enseña al alumno, le indica a su hijo una dirección para estar más despierto.
Usar el tiempo disponible con más conciencia independientemente de la cantidad. Podemos tener todo el tiempo del mundo y desperdiciarlo sin darnos cuenta. Dar un significado a las pequeñas cosas de nuestro cotidiano vivir como aprendizaje en nuestro paso por esta existencia.
Si la vida fuese como una canción, volver al pasado sería como tocar las teclas equivocadas en una nueva melodía que ensayamos al piano y desafinamos, erramos el intento, volvemos atrás a empezar de nuevo esa parte, hasta que acertamos las notas correctas y seguimos con la siguiente parte de la partitura, nos dimos cuenta del error, rectificamos la octava y terminamos la canción.
Si cambiamos la actitud frente al evento, al final del día nuestro estado y nuestra energía van a ser diferentes, y llega un momento como le ocurre a Tim, que ya no necesita ir al pasado, porque cada experiencia consciente lleva una enseñanza y un aprendizaje.
Tim le pregunta a su esposa Mary sobre el día de su boda en un día lluvioso a mares: “¿te gustaría haber escogido un día con menos lluvia?” y ella le contesta: “no, no por nada del mundo”.
La canción “el mundo” del italiano Jimmy Fontana que suena el día de la boda de Tim y Mary resume este círculo de la vida mecánica, cuando en una parte de la canción dice: “Abrí los ojos para mirar a mi alrededor y a mí alrededor giraba el mundo como siempre. Gira el mundo, gira en el espacio infinito, con amores recién nacidos, con amores ya terminados, con la alegría y con el dolor de la gente como yo. El mundo nunca se detuvo un momento, la noche siempre sigue al día, y el día llegará…”