por Jose Ma | Sep 21, 2024 | autoconocimiento, comentarios
LA OBSERVACIÓN DE SÍ
Que es la observación de sí
El Cuarto Camino tiene como propósito hacernos seres más conscientes, pero para ser más conscientes algún cambio se tiene que dar en nosotros. Si sigo pensando como siempre, si mis sentimientos y emociones se repiten de la misma forma, si mi forma de actuar ante un evento es siempre la misma, sin un cambio de Ser, vamos a seguir siendo la misma máquina, personas automáticas, reaccionado en la vida siempre igual, respondiendo de la misma manera y repitiendo los mismos errores que nos llevan a la infelicidad. Este trabajo nos muestra un conocimiento y un lenguaje que llevado a la práctica nos permite atravesar esa puerta que nos acerca a la conciencia, a una parte de nuestro hogar psicológico con más luz, donde vemos cosas que antes estaban ocultas. Aquí ese inicia el camino hacia la transformación interior. Y como lo que es adentro es afuera, también tiene lugar una transformación en las cosas externas.
Para comenzar a cambiar cosas en nosotros a nivel psicológico, este trabajo nos dice donde comenzar, que hay en mí, en mi interioridad que hace que siempre atraiga los mismos eventos, el mismo tipo de personas, los mismos errores, etc.
Primero tenemos que observar en nosotros mismos que hay que cambiar, que ropa sobra en nuestro armario que ya no sirve, para que pueda entrar ropa nueva.
La observación de sí es el punto de partida de este trabajo de autoconocimiento y transformación.
¿Qué creen que tenemos que observar en nosotros? ¿La ropa que llevamos puesta?,¿si vamos conjuntados?, ¿si voy bien peinado? (los que aun tengan pelo), ¿si hago buena cara?, ¿si me engordé?,¿si me noto más arrugas? ¿creen que esto es la observación de sí? O más bien la observación es; si estoy en el baño mientras me lavo la cara frente al espejo observo mis pensamientos que están en otro sitio lejos de allí, si estoy nervioso por el examen de hoy, si usé más cantidad de agua de la necesaria, si me distraje y perdí la noción del tiempo y llego tarde para coger el autobús, como dejé el baño después de usarlo, etc. La observación de sí es una mirada global, interna y externa frente a un evento. Es vernos a nosotros mismos, como en un espejo interior para ver los pensamientos, sentimientos, sensaciones en cualquier actividad diaria y de esta manera tener la posibilidad de cambiar nuestra actitud si nos hemos dado cuenta que siempre repito el mismo error por no ser consciente de mi mundo interior, lo desconocido que hay en mí.
La observación de sí es una mirada interior, a nuestro estado interno, nuestras reacciones y comportamientos ante los diferentes eventos y situaciones que se nos presentan en las actividades cotidianas. Es ir más lejos que prestar atención a la tarea que tengamos entre mano.
Si por ejemplo una persona se da cuenta que cada vez que usa el jabón de manos, el rollo de papel higiénico, la pasta dental, cualquier producto de higiene, siempre deja la parte final sin usar, es decir no termina todo el contenido del producto, puede llegar a descubrir con el tiempo, con más conciencia que cualquier cosa que inicia en su vida nunca llega a darle un final. Puede ser en cualquier ámbito, desde una película, un libro, un dibujo, los estudios, un proyecto, una relación, etc.
Para comenzar a cambiar algo en nosotros primero tenemos que observar aquello que queremos cambiar. Este trabajo nos muestra un lenguaje y el conocimiento necesario para ver aquello que tenemos que cambiar en nosotros. La observación de sí es un rayo de luz que penetra en nuestras tinieblas interiores, nuestro lado desconocido, oculto. Este rayo luminoso es la conciencia que saca a la luz esos numerosos yoes, esas diferentes personas que sienten, hacen y piensan y que conviven con nosotros, en nuestra casa psicológica y que tomamos como propios, con los cuales estamos identificados. Son estas tinieblas interiores aquellas cosas ocultas en nosotros que no vemos con nuestro habitual nivel de conciencia, pero que trabajan en la sombra dando forma a la vida que llevamos en este momento.
Por ejemplo, si nos estamos cepillando los dientes podemos estar atentos mientras lo hacemos, pero ¿nos observamos a nosotros mismos mientras lo hacemos? ¿Que os parece? Mientras nos cepillamos los dientes ¿somos conscientes de los pensamientos que nos pasan por la cabeza? ¿Cual es nuestro estado de ánimo en ese momento? ¿Nuestra postura corporal mientras lo hacemos? ¿somos conscientes del tiempo que nos lleva esta tarea? ¿de la cantidad de pasta y agua que usamos? ¿somos conscientes si lo hacemos siempre de la misma forma mecánica, en la postura del cuerpo? ¿el orden por donde circula el cepillo es siempre igual? En este ejemplo podemos ver que atención y observación de sí no son la misma cosa. La observación de sí implica un estado de conciencia más elevado, vemos más cosas del cepillado ya sean externas o internas. Nos vemos a nosotros mismos en el cepillado y nos darnos cuenta de la mecanicidad que hay en esta tarea cotidiana y a partir de ahí juntando fotografías de esa actividad en el tiempo, tenemos la posibilidad de hacer cambios si son necesarios.
La separación interior
Para observarnos a nosotros mismos primero hay que dividirse en dos; un lado observante y un lado observado.
El lado que observa lo llamamos el yo observante. El yo observante examina la máquina, la persona que somos haciendo las cosas siempre de la misma manera, reaccionando siempre igual en la vida y con la que estamos identificados. La observa de manera imparcial y objetiva, sin juzgar, sin criticar, simplemente observar. Este yo observante está formado por el trabajo y sus ideas, es un yo que viene de un nivel superior de conciencia.
Tiene lugar una separación entre el observador y lo observado. El yo observante es como un explorador equipado con las herramientas adecuadas (conocimiento, atención, conciencia) para poder adentrarse en ese mundo desconocido, esa jungla misteriosa, y no caer en las trampas, y peligros que acechan en la práctica de este trabajo. A nivel psicológico esas trampas serían las emociones negativas, los yoes negativos, actitudes mecánicas, justificaciones, identificaciones, etc. Permite ver aquellas partes de nosotros que están en la penumbra y poder separarnos de ellas.
Todos tenemos una psicología adquirida por la sociedad donde vivimos, la educación recibida, la familia, amigos, modas de la época, etc., pero no somos nosotros, es un yo imaginario, y es lo primero que hay que observar, para separarnos de ese yo imaginario que tomamos como auténtico y ver tras toda esa fachada al verdadero yo real, nuestro verdadero ser. La observación de sí es el primer esfuerzo que nos dice el Trabajo que tenemos que hacer para detectar en nosotros lo que no es real.
Podemos comparar al yo observante como un cámara en el rodaje de una película, donde graba las escenas, a los actores, los escenarios, decorados, pero no forma parte de él, lo ve desde la distancia, sin intervenir, como un mero observador.
Si vemos a los pensamientos, sentimientos, sensaciones, conductas, etc., como los actores que trabajan en la película de nuestra psicología, en nuestro mundo interno, objetivamente, sin engancharnos, podemos ser conscientes a la luz de la conciencia del yo observante, este cámara objetivo, y ver el guión, la temática, los estados internos en ese momento. Que película gobierna nuestra psicología y que actores o yoes tienen los papeles de protagonista. Si es un drama, una comedia, de terror, misterio, romántica, musical, etc.
El objeto de la observación de sí
La observación de sí es un acto de atención dirigida hacia adentro, que nos permite el cambio de sí y puede llevarnos a cambios definidos en el hombre y la mujer.
Uno de los objetos de este Trabajo es ponernos en contacto con los centros superiores, niveles superiores de conciencia, que nos están hablando constantemente, pero no podemos oírlos. El Trabajo nos enseña que una de las primeras cosas que tenemos que hacer es observarnos a nosotros mismos, observar esa sustancia que se interpone entre nosotros y los centros superiores. Esa sustancia es toda nuestra parte inconsciente, cuya existencia no percibimos. La observación de sí deja penetrar un rayo de luz en esa masa de pensamientos y emociones que viven ocultos en ese bosque misterioso de nuestro país psicológico. La oscuridad del estado de sueño, donde vivimos distraídos y no estamos conscientes, los mantiene vivos dando forma a comportamientos y actitudes que tomamos como propios.
Con la observación de sí y el conocimiento del trabajo podemos entrar en ese bosque oscuro llevando luz, para ser consciente de lo que hasta ahora habíamos tomado como yo.
El trabajo nos dice que debemos ver ese lado oculto en nosotros, pero sin identificarnos, para cambiar el sentimiento de sí mismo y disolver el yo imaginario y así poder recibir influencias de otra fuente de significados.
Ese lado desconocido en nosotros es como otra persona y tendemos a verlo primero en las otras gentes y es motivo de frecuentes roces y conflictos. Al ver ese lado no consciente en nosotros no lo proyectamos en los demás y hace posible que la relación con los demás empiece a cambiar.
Uno de los objetivos de la observación de sí es ver en nosotros lo mismo que vemos en las otras personas, esa parte de la que no somos conscientes pero que actúa en todo momento.
Cuando vemos algo de una persona que nos disgusta, tratemos de observarnos y ver esa misma cosa en nosotros.
La observación de sí es la antesala a otro nivel de comprensión más elevado de nosotros que este trabajo lo llama el recuerdo de sí, o percepción de sí. Si vamos juntando observaciones por ejemplo de una emoción negativa que se repite al ver a una persona, con el tiempo podemos observarnos al instante cuando se despierta esa emoción con la persona delante y darnos cuenta de como va cambiando nuestra animosidad, nuestro estado de ánimo, recordarnos que ya estuvimos en ese lugar y como nos sentimos, y entonces actuar desde la conciencia, no alimentando más de la cuenta esa emoción para que no tome el control de nuestra psicología.
Como observarnos a nosotros mismos
Para observarnos de forma correcta tenemos que separamos de lo que se observa, ser imparciales, sin juicios, ni valoraciones, sin medidas, como si fuéramos científicos que estudian un invento. Observarnos sin intervenir en lo que se observa. No podemos cambiar algo en nosotros si nos identificamos con lo que observarnos, con lo que ocurre en uno, con cada estado de ánimo, pensamiento, sensación, etc. Hay una frase muy utilizada en el trabajo para no identificarnos con lo que se observa y es “esto no soy yo”.
Todas estas observaciones son como fotografías de nosotros mismos, que si las unimos pueden formar un álbum psicológico, un retrato del ser que hemos sido hasta ahora.
Tenemos que Observar en nosotros como nos sentimos y que pensamos ante determinados eventos. Nuestra manera de actuar ante las personas. No basta con solo conocer algo, observar va más allá, es darse cuenta de algo en uno mismo que hasta ese momento pasaba desapercibido, entonces al verlo ya hemos dado el primer paso para poder cambiar aquello que nos estaba causando malestar a nosotros y a los que nos rodean.
Es como si en una habitación con poca iluminación en nuestra casa, donde guardamos viejos trastos, al abrir la puerta para ver lo que hay en su interior vemos sólo sombras de los objetos que hay dentro, percibimos el contorno de forma muy vaga. Pero si instalamos una bombilla con más voltaje que ilumina más, lo que antes parecía borroso, ahora con otra luz vamos a verlos con mucha más claridad y vamos a distinguir cada objeto y su forma. Con la luz de la conciencia, ese rayo de luz que llamamos el yo observante percibimos yoes, conductas, emociones, actitudes hasta entonces extrañas para nosotros, pero ahora las vemos de forma nítida. Siempre habían estado habitando en nuestra casa como inquilinos, actuando desde las sombras, conspirando parar frenar nuestro crecimiento, pero sacados a la luz, ahora, conociendo que existen y como actúan, ya podemos trabajar sobre ellos con lo que este trabajo nos enseña, para no alimentarlos más, y quitarles su poder.
Si veo en mí a la luz de la conciencia que siempre que me proponen hacer algo nuevo que no tenía previsto, uno de mis yoes siempre responde de forma automática con un no, si estamos atentos cada vez que se repite y si nos recordamos a nosotros mismo podemos cambiar en tiempo real nuestra repuesta y valorar la opción de contestar de forma afirmativa a una propuesta que puede ser enriquecedora. En este ejemplo descubrimos un yo recurrente que nos cierra la puerta a experimentar otras posibilidades. Estaba oculto en nosotros porque lo tomábamos como propio. Al observarlo con la conciencia, ya nos separamos de ese yo, ya no somos ese yo y en ese momento ya no tiene poder sobre nosotros, tenemos margen para para no seguirlo y con otro yo más consciente optar por otras opciones. Tenemos más libertad.
En la película “Atrapado en el tiempo” o como se conoce popularmente el día de la marmota donde Phil el hombre del tiempo queda atrapado en un día que odia, donde tiene que cubrir la noticia de la salida de la marmota de su hibernación y según la sombra que proyecta, el invierno se puede alargar más o menos tiempo. Repite el mismo día una y otra vez, siempre repitiendo los mismos errores. Hay una escena donde al salir del hotel por la mañana para ir a cubrir el momento en que la marmota sale de su casa, al ir a cruzar la calle siempre cae en un charco un día tras otro. Esta identificado con su estado negativo y no puede observarse. Siempre acaba con los pies en el agua. No logra observarse en un día concreto de su vida. Pero a medida que comienza a observarse y a recordarse, al ser más consciente de sus pensamientos, sentimientos y acciones, empiezan a cambiar cosas, ya no acaba con los pies en el charco, da un paso más para no ser víctima de sus estados negativos. Empieza a construir un nuevo día, construir una nueva persona que lo libera de ese otro yo imaginario.
Nuestro álbum de fotos
Un día de nuestra vida puede ser un espejo donde vernos en nuestras actividades cotidianas. Desde el mismo instante en que nos despertamos se activa nuestra charla interior, un diálogo interior de cosas que quedaron del día anterior y de las que proyectamos para el día que empieza. Multitud de yoes con sus pensamientos y sentimientos invaden nuestro ser, dando forma a nuestro retrato psicológico diario que se repite día tras día sin cambio alguno. Pero si logramos que algunos de los yoes más conscientes, como el yo observante penetre en esa espesa red y pueda ver en la distancia de manera objetiva nuestro comportamiento en las pequeñas tareas, podremos hacernos una idea del ser que somos ahora, como si tuviéramos en la mano una foto reciente que nos han hecho y ver nuestros gestos, la mirada, la ropa, la postura del cuerpo. Ya tendremos material para cambiar lo que no nos gusta en nosotros, pero sin animosidad.
La suma de todas esas fotos diarias hechas por nosotros forman una imagen definida, concreta donde poder reflejarnos y ver que es necesario cambiar y con la ayuda del recuerdo de sí y del trabajo sobre sí ir cambiando aspectos que se repiten.
Normalmente tenemos tendencias en nuestra personalidad que se repiten mecánicamente debido a factores externos adoptados de la vida desde que nacemos, por la educación recibida, con las personas que nos relacionamos, la familia, la cultura del país, las modas del momento y muchas cosas más. Si comenzamos por observar pequeños hábitos que se han instalado en nosotros y que damos por supuesto que somos nosotros, es un primer paso para empezar a ver algo nuevo en nosotros que hasta ahora no teníamos ni idea que estaba ahí; quizás la gente de nuestro entorno lo estaba viendo, pero para nosotros era invisible porque estábamos identificados, enganchados plenamente.
Es como cuando en el trayecto de casa al trabajo, siempre pasamos por las mismas calles, usamos el mismo transporte, el paisaje nos parece todo igual, nuestra atención se centra principalmente en los vehículos, porque es un tema que nos apasiona, los autos, las motos, camiones, etc. El resto de nuestro entorno es un decorado de relleno. Pero un día algo en nosotros nos dice que tiene que haber algo más que vehículos en este camino y queremos conocer más cosas de nosotros y comenzamos un trabajo de autoconocimiento y a partir de ese momento van apareciendo más cosas en ese camino hacia el trabajo. Descubrimos que en el trayecto diario también hay árboles de diferentes especies, edificios con encanto del siglo pasado, el dibujo del pavimento, los diferentes balcones de los edificios, el nombre de, las calles por donde pasamos, la gente, los animales, etc. Vemos mucho más que al principio. El conocimiento de lo que él trabajo nos dice que tenemos que observar amplia nuestra conciencia de sí.
Conclusión
Nuestra vida es el reflejo del nivel de conciencia que somos como ser. Hay una frase en el trabajo que dice que el nivel de ser que somos ahora atrae nuestra vida. Para elevar nuestro nivel de Ser tenemos que ser más conscientes de nuestra vida psicológica, es decir de nuestros pensamientos y sentimientos. Para comenzar a ver el Ser que somos, que vive en nuestro hogar, iniciamos este camino observando a ese otro ser imaginario formado por la vida y que tomamos como nosotros mismos. El que observa es otro yo más consciente, que dotado de más consciencia, con una linterna más potente, ilumina los rincones ocultos donde viven yoes desagradables.
por Jose Ma | Ago 3, 2024 | autoconocimiento, comentarios
Las enseñanzas del Cuarto Camino nos recuerdan constantemente que las personas en nuestro estado actual, ahora, en este mismo instante, estamos dormidas, que somos máquinas que no se conocen a sí mismas, gobernadas por las influencias y circunstancias externas de la vida. Nuestras reacciones ante los distintos eventos siempre suelen ser las mismas. Nuestra mirada está dirigida hacia afuera, hacía el mundo sensorial que nos llega a través de los sentidos. Vivimos de espalda a nuestras emociones y pensamientos, es decir a nuestros estados internos.
Como decía Maurice Nicoll, autor de Cuarto Camino, “somos máquinas conducidas por la vida”. Por consiguiente, todo en la vida nos sucede, sin posibilidad de hacer. La vida decide por nosotros. Todo sucede de forma mecánica en la vida, igual que llueve, nieva, hace viento, sale el sol, llega la noche, etc. Y así un día tras otro, mes a mes, año tras año. Nos movemos al ritmo de la música que la vida nos marca, aunque tengamos la ilusión de que podemos elegir nuestras propias canciones.
Somos como los ferrocarriles manejados por un conductor que siempre sigue el mismo trayecto, el que le marca la compañía ferroviaria, y que siempre circula por las mismas vías y que hace cada día la misma ruta, sin la posibilidad de cambiar de vía y de trayecto. Siempre las mismas estaciones, el mismo recorrido, los mismos puentes, túneles, edificios, el mismo paisaje, el mismo destino. Viajamos por nuestro país psicológico con un tren que está a las órdenes de la vida mecánica, donde todo sucede de una única manera.
Pero con el trabajo de crecimiento interior, el conocimiento y la práctica que nos propone el Cuarto Camino tenemos la posibilidad de cambiar al conductor de la locomotora, con una nueva manera de conducir el ferrocarril, una nueva manera de pensar, que nos guía a una nueva comprensión, más conciencia, a nuevas rutas y nos permita transitar por nuevas vías, nuevos trayectos, diferentes estaciones en otros pueblos y ciudades. Podemos ampliar nuestro mapa en la vida, abarcar más lugares y decidir nuevos destinos a visitar.