La canción

La canción

AUTOR: MAURICE NICOLL

COMENTARIOS PSICOLÓGICOS SOBRE LAS ENSEÑANZAS DE GURDJIEFF Y OUSPENSKY  VOLUMEN I 

El Trabajo se ocupa de lo que una persona es psicológicamente. Hoy nos referiremos al aspecto del hombre llamado en el Trabajo «Cantar su Canción». Este es un cantar psicológico, no físico. Se basa en la consideración interior —hacer las cuentes interiores— es decir, sentir que a uno le deben y tenerlo bien grabado en la memoria. A «te respecto todos tienen una canción que cantar. Si se quiere conocer realmente qué clase de cuentas interiores se han hecho a lo largo de la vida, se empieza por observar la típica «canción». Cuando en el Trabajo se llama a una persona un «buen cantante», esto se refiere a la canción que canta. A veces la gente canta su canción sin que se la aliente y a veces, después de algunas copas de vino, comienzan a cantar francamente. Las personas suelen cantar acerca de lo mal que las trataron, de que nunca tuvieron una buena oportunidad, de sus pasadas glorias, de que nadie entiende sus dificultades, que se casaron mal, que sus padres no las comprendieron, que en realidad son buenas personas, que no las aprecian, que no las comprenden, y así sucesivamente, y esto significa que todos son culpables excepto ellas mismas. Todo esto es hacer cuentas interiores, o más bien es el resultado de hacer cuentas. Esta ‘es una forma de consideración interna.

Ahora bien, ¿por qué creen que en el Trabajo es necesario hacer todo lo posible para librarse de las canciones? ¿Por qué es preciso reparar en ellas, hambrearlas, expulsarlas de la posición central que ocupan en nuestra vida hasta que sólo canten en escasas ocasiones, con voz débil, y quizá, por último, hacerlas callar para siempre? Nos incapacitan interiormente. Nos roban nuestra energía. Se sonríe valientemente —todos conocemos esa valiente sonrisa —y se dice que todo es mentira—. En el Trabajo, alguien que canta bien no puede ir más allá de sí mismo. Es víctima de sus propias cuentas. En cuanto algo se pone difícil empieza a cantar. Esto lo detiene:  No puede crecer. Quizá se eche a llorar. No puede cambiar su nivel de ser. No puede ir más allá de lo que es —es decir, un hombre impedido por tristes canciones—. Es un signo de ser lo que se es y para cambiar el ser es preciso no ser lo que se es. En lugar de trabajar sobre sí, esa persona en situación difícil, comienza a cantar en seguida, quizá bella y tranquilamente. Si la critican o le hablan con dureza, se compadece a si misma o se deja llevar por la ira, y siente que no la comprenden. Y entonces comienza a cantar, ya sea suavemente para sí o para los otros, en especial para la gente que le presta atención. Muy a menudo una persona traba amistad con otra sólo porque le es fácil cantarle su canción, y si la otra persona le pide de pronto que se calle, se ofende tan profundamente que corre en busca de un nuevo amigo —una persona que lo comprenderá verdaderamente, tal como suele repetirse— como si alguien pudiera comprender a otra persona con tanta facilidad. «Si tan sólo», dicen. Para comprender a otra persona, es preciso primero comprenderse a sí mismo, y esto sólo se logra parcialmente después de un arduo trabajo sobre sí y de tener vislumbre de lo que uno es realmente. Por cierto un buen cantante no se comprende a sí mismo. Prefiere cantar la canción de no ser comprendido y soñar así con un mundo maravilloso donde todas las cosas estén arregladas de tal modo que él es la figura central. Y esta actitud y estos sueños crean debilidad y, de hecho, una verdadera enfermedad psicológica, y a veces un hombre debe pagar sus consecuencias durante toda la vida.

Esencia

Esencia

AUTOR: P. D. Ouspensky.

«PSICOLOGÍA DE LA POSIBLE EVOLUCIÓN DEL HOMBRE»

Es imposible estudiar al hombre como un todo, porque el hombre está dividido en dos partes: una que, en algunos casos, puede ser casi toda real, y la otra parte que, en algunos casos, puede ser casi totalmente imaginaria. En la mayoría de los hombres corrientes estas dos partes están entremezcladas, y no se pueden distinguir fácilmente, aunque ambas estén allí, y ambas tengan su propio significado y efecto. En el sistema que estamos estudiando, estas dos partes son llamadas esencia y personalidad.

La esencia es lo innato en el hombre.

La personalidad es lo adquirido.

La esencia es lo que le es propio. La personalidad es lo que no le pertenece. La esencia no se puede perder, no se le puede cambiar o dañar tan fácilmente como a la personalidad. La personalidad puede ser cambiada casi completamente con el

cambio de las circunstancias; se puede perder o dañar fácilmente.

Si trato de describir lo que es la esencia, debo decir, ante todo, que es la base de la

constitución física y mental del hombre. Por ejemplo, un hombre es por naturaleza lo que se llama un buen marinero, otro no lo es; uno tiene oído musical, otro no lo tiene; uno tiene capacidad para idiomas, otro no. Esta es la esencia.

La personalidad es todo lo que se ha aprendido de una u otra manera; en lenguaje ordinario, «consciente» o «inconscientemente». En la mayoría de los casos «inconscientemente» significa por imitación, lo que, en efecto, desempeña un papel muy importante en el desarrollo de la personalidad. Aun en las funciones instintivas, las que naturalmente deberían estar libres de personalidad, hay generalmente muchos así llamados «gustos adquiridos», es decir toda clase

de gustos y aversiones artificiales, todos adquiridos por imitación e imaginación. Estos gustos y aversiones artificiales desempeñan un papel muy importante y desastroso en la vida del hombre. Por naturaleza, al hombre le debería gustar lo que es bueno para él y tener aversión a lo que es malo para él. Pero esto es así sólo mientras la esencia domina a la personalidad, como debería hacerlo; en otras palabras, cuando un hombre es sano y normal. Cuando la personalidad comienza a dominar a la esencia, y cuando el hombre se vuelve menos sano, comienza a gustarle lo que es malo para él y a disgustarle lo que le es bueno. Esto está relacionado con la causa principal de lo que puede estar mal en las relaciones mutuas entre la esencia y la personalidad.

Normalmente, la esencia debe dominar a la personalidad. En ese caso la personalidad puede ser verdaderamente útil. Pero si la personalidad domina a la esencia, esto acarrea pésimos resultados. Se debe comprender que la personalidad es también necesaria para el hombre; no podemos vivir sin la personalidad y sólo con la esencia. Pero la esencia y la personalidad deben crecer paralelamente, y la una no debe desarrollarse más que la otra.

Fábula el mago y las ovejas. Ouspensky

Fábula el mago y las ovejas. Ouspensky

AUTOR: P. D. OUSPENSKY

FRAGMENTOS DE UNA ENSEÑANZA DESCONOCIDA. página 173

«Cierto cuento oriental habla de un mago muy rico que tenía numerosos rebaños de ovejas. Este mago era muy avaro. No quería contratar pastores, y no quería cercar los prados donde pacían sus ovejas. Las ovejas se extraviaban en el bosque, se caían de los barrancos, se perdían, y sobre todo se fugaban cuando se aproximaba el mago, porque sabían que él quería su carne y su piel. Y a las ovejas esto no les agradaba. «Por fin, el mago encontró el remedio. Hipnotizó a las ovejas y les sugirió primeramente que eran inmortales, y que no les haría ningún daño el ser despellejadas, que al contrario este tratamiento era excelente para ellas, y aun agradable; luego el mago les sugirió que él era un buen pastor que amaba mucho a su rebaño, que estaba dispuesto a hacer toda clase de sacrificios por él; en fin, les sugirió que si les llegase a suceder la menor cosa, eso no ocurriría en ningún caso ahora, ese mismo día, y que por consiguiente no tenían que preocuparse. Después el mago les metió en la cabeza que de ninguna manera eran ovejas; sugirió a algunas que eran leones, a otras que eran águilas, y a otras que eran hombres o que eran magos. «Hecho esto sus ovejas no le causaron más molestias ni preocupación. No se escapaban más, esperando por el contrario con serenidad el instante en que el mago las esquilara o las degollara. «Este cuento ilustra perfectamente la situación del hombre…. ……Si los hombres pudieran darse cuenta realmente de su situación, si pudieran darse cuenta de todo el horror de esto, serían incapaces de seguir siendo como son, ni siquiera por un segundo. Comenzarían en seguida a buscar una salida, y la encontrarían muy rápidamente porque hay una salida; pero los hombres no la ven, simplemente porque están hipnotizados…….

Los cuatro caminos (2)

Los cuatro caminos (2)

AUTOR: P. D. OUSPENSKY

pág 38 del libro «Fragmentos de una enseñanza desconocida» (parte 2)

«El segundo es el del monje. Es el camino de la fe, del sentimiento religioso y de los sacrificios. Un hombre que no tuviera muy fuertes emociones religiosas y una imaginación religiosa muy intensa, no podría llegar a ser un «monje» en el verdadero sentido de la palabra.

El camino del monje es también muy duro y muy largo. El monje pasa años y decenas de años luchando contra sí mismo; pero todo su trabajo está concentrado sobre la segunda habitación, sobre el segundo cuerpo, es decir, sobre los sentimientos. Sometiendo todas sus otras emociones a una sola, que es la fe, desarrolla en sí mismo la unidad, la voluntad sobre las emociones, y por este camino alcanza la cuarta habitación. Pero su cuerpo físico y sus capacidades intelectuales pueden quedarse sin desarrollo. Para poder servirse de lo que él habrá obtenido, tendrá que cultivarse física e intelectualmente. Esto no se podrá realizar sino por medio de nuevos sacrificios, de nuevas austeridades, de nuevos renunciamientos. Un monje tiene que llegar a ser un yogui y un faquir. Son muy escasos los que llegan tan lejos; más escasos aún los que llegan a triunfar sobre todas las dificultades. La mayoría muere antes de arribar a esto o no llega a ser «monjes» sino en apariencia.

«El tercer camino es el del yogui. Es el camino del conocimiento, el camino del intelecto. El yogui trabaja sobre «la tercera habitación» para llegar a penetrar en la cuarta por medio de sus esfuerzos intelectuales. El yogui llega a alcanzar «la cuarta habitación» al desarrollar su intelecto, pero su cuerpo y sus emociones quedan sin desarrollarse y, como el faquir y el monje, es incapaz de sacar partido de su victoria. Lo sabe todo pero no puede hacer nada. Para ser capaz de hacer debe conquistar el dominio sobre su cuerpo, sobre sus emociones, es decir sobre la primera y la segunda habitación. Para lograr esto, le es necesario comenzar a trabajar de nuevo, y no obtendrá resultados sin esfuerzos prolongados. En este caso, sin embargo, él tiene la ventaja de comprender su posición, de conocer lo que le falta, lo que debe hacer, y la dirección que debe seguir. Pero, así como en el camino del faquir o del monje, también en el del yogui son muy escasos los que adquieren tal conocimiento, Es decir, obtienen el nivel en el que un hombre puede saber a dónde va. La mayoría se detiene en un cierto grado de desarrollo y no va más lejos.

…..

«Pero todos los caminos, tanto el del faquir como el del monje y el del yogui, tienen un punto en común. Todos comienzan por lo que es más difícil, un cambio total de vida, un renunciamiento a todo lo que es de este mundo. Un hombre que tiene un hogar, una familia, debe abandonarlos, debe renunciar a todos los placeres, apegos y deberes de la vida, y partir al desierto, entrar en un monasterio o en una escuela de yoguis. Desde el primer día, desde el primer paso sobre el camino, debe morir para el mundo; sólo así puede esperar obtener algo en uno de estos caminos.

….

«En las condiciones ordinarias de la vida civilizada, la situación de un hombre, aun inteligente, que busca el conocimiento, es sin esperanza, porque no tiene la menor posibilidad de encontrar alrededor de él algo que se asemeje a una escuela de faquires o a una escuela de yoguis. En cuanto a las religiones del Occidente, han degenerado hasta tal punto que desde hace mucho tiempo ya no hay nada viviente en ellas. En fin, del lado «ocultista» o «espiritista», ya no hay nada que esperar sino experiencias ingenuas. «La situación seria realmente desesperada, si no existiese otra posibilidad, la de un cuarto camino.

«El método del cuarto camino es el siguiente: si uno comienza un trabajo sobre una

habitación, debe emprender simultáneamente un trabajo correspondiente sobre las otras dos. En otros términos, mientras uno trabaja sobre el cuerpo físico, hay que trabajar simultáneamente sobre el pensamiento y sobre las emociones; mientras uno trabaja sobre el pensamiento hay que trabajar sobre el cuerpo físico y las emociones; mientras se trabaja sobre las emociones, hay que trabajar sobre el pensamiento y sobre el cuerpo físico. Lo que permite llegar a esto es que en el cuarto camino es posible hacer uso de un cierto saber, inaccesible en los caminos del faquir, del monje y del yogui. Este saber proporciona la posibilidad de un trabajo en las tres direcciones a la vez. Toda una serie de ejercicios paralelos sobre los tres planos, físico, mental y emocional, sirven a esta meta. Aun más, en el cuarto camino es posible individualizar el trabajo de cada uno; dicho de otro modo, cada uno no debe hacer sino lo que le es necesario, y nada de lo que no tiene utilidad para él. Porque el cuarto camino pone de lado todo lo superfluo que se mantiene en los otros caminos simplemente por rutina. «De esta manera, cuando un hombre alcanza la voluntad por el cuarto camino, se puede servir de ella, porque ha adquirido el control de todas sus funciones físicas, emocionales e intelectuales. Y por añadidura, ha ahorrado mucho tiempo al trabajar a la vez, paralelamente, sobre los tres lados de su ser.

Los cuatro caminos (1)

Los cuatro caminos (1)

AUTOR: P. D. OUSPENSKY

pág 37 del libro «Fragmentos de una enseñanza desconocida» (parte I)

….algunas enseñanzas comparan al hombre con una casa de cuatro habitaciones. El hombre vive en la más pequeña y miserable de todas, y hasta que le sea dicho, no tiene la menor sospecha de la existencia de las otras tres, llenas de tesoros. Cuando oye hablar de ellas, comienza a buscar las llaves de estas habitaciones, especialmente de la cuarta, la más importante de todas. Y cuando un hombre ha encontrado el medio de penetrar en ella se convierte realmente en el amo de la casa, porque es solamente entonces que la casa le pertenece plenamente y para siempre.

«La cuarta habitación le da al hombre la inmortalidad hacia la cual todas las enseñanzas religiosas se esfuerzan en mostrarle el camino. Hay un gran número de caminos, más o menos largos. más o menos duros; pero todos, sin excepción, conducen o se esfuerzan por conducir hacia una misma dirección, que es la de la inmortalidad.»

En la reunión siguiente, G. prosiguió:

—Dije la última vez que la inmortalidad no es una propiedad con la que nace el hombre, pero que ella puede ser adquirida. Todos los caminos que conducen a la inmortalidad —los que son generalmente conocidos y los otros— pueden dividirse en tres categorías:

  1. El camino del faquir.
  2. El camino del monje.
  3. El camino del yogui.

«El camino del faquir es el de la lucha con el cuerpo físico. es el camino del trabajo sobre la primera habitación. Es largo. difícil y dudoso. El faquir se esfuerza en desarrollar la voluntad física, el poder sobre el cuerpo. Lo obtiene mediante terribles sufrimientos, torturando al cuerpo. Todo el camino del faquir está hecho de ejercicios físicos increíblemente penosos. Se mantiene de pie, en la misma posición, sin movimiento alguno, durante horas, días, meses o años; o bien, sentado sobre una piedra desnuda, bajo el sol, bajo la lluvia, bajo la nieve, mantiene los brazos extendidos o bien se tortura con fuego o con un hormiguero en el que pone sus piernas desnudas, y así sucesivamente. Si no se enferma o no muere, se desarrolla en él lo que puede llamarse la voluntad física y obtiene entonces la cuarta habitación, es decir, la posibilidad de formar el cuarto cuerpo. Pero sus otras funciones —emocionales, intelectuales— permanecen sin desarrollar. Ha conquistado la voluntad, pero no tiene nada en qué poderla aplicar, no puede hacer uso de ella para adquirir el conocimiento o perfeccionarse a sí mismo. Por lo general está demasiado viejo para iniciar un trabajo nuevo.