
comentario película: «LOS SUEÑOS DE AKIRA KUROSAWA»
En las diferentes historias se perfila un común denominador que hace de nexo entre todas. La idea de la muerte, el finalizar, terminar, acabar, en sus diferentes expresiones a través de distintas experiencias: la tala de los melocotoneros, los soldados caídos en batalla que salen del túnel, el funeral del pueblo de los molinos, como desaparece en el horizonte la silueta de Van Gogh al final de un camino, las víctimas de la central nuclear, etc. Pero todo final lleva implícito un inicio, una puerta abierta a un nuevo comienzo, como los melocotoneros en flor, que el niño puede ver aún cuando ya no están. A cada momento hay una nacimiento y un final, en todo lo que nos rodea, en nuestro organismo, en la naturaleza, en el planeta, el universo, etc. Como en la historia de Van Gogh, nuestra vida es un lienzo que vamos plasmando con nuestras experiencias. Cada día pintamos una pequeña obra, desde que nos levantamos de la cama hasta que vamos a dormir. Todas esas pequeñas pinturas diarias si las juntamos forman la imagen del gran cuadro de nuestra vida. Si estamos despiertos en los pasos que damos podemos crear una obra de arte consciente.
Otro elemento que fluye entre las historias es el agua en sus diferentes estados, como lluvia y niebla en el bosque de los zorros, la nieve y el hielo con los alpinistas, el mar donde las víctimas del desastre nuclear ponen fin a sus vidas, el río del pueblo de los molinos de agua, donde la imagen final de la película parece simbolizar el final de una existencia de vuelta a la consciencia, al mar donde todos los ríos (consciencias individuales) vuelven.
Si tomamos la película como la vida completa de una persona, hay un ciclo que comienza con la primera historia del niño lleno de curiosidad por conocer y termina con la historia del anciano, cerca del fin de sus días, que comparte sus conocimientos y sabiduría con el viajero.
En este viaje hacia el despertar, aparecen las dificultades como en la historia de los alpinistas atrapados en la tormenta de nieve (la vida mecánica) cuando dicen: “hoy salimos tarde, nos dormimos todos”, “está tormenta nunca amainará”. “la tormenta no parará hasta que hayamos muerto”. Serían los momentos de dudas y distracciones de la vida en el camino interior.
Podemos interpretar el frío, el invierno como el sueño, la parte inconsciente y el calor, el verano como el despertar, la parte consciente. Aparece una figura femenina que podría ser la parte anímica que hace de guía y da luz y calor al alpinista para que puede continuar su camino hasta el campo base.