Comentario película: «EL ABOGADO DEL DIABLO»

Comentario película: «EL ABOGADO DEL DIABLO»

Esa parte de nosotros oscura, inconsciente, oculta a la que podemos llamar como nuestro demonio interior, está en todos, escondida bajo el ruido exterior de nuestras emociones, pensamientos, yoes, etc. Es un edificio muy alto hecho de orgullo, vanidad, consideración interna, emociones negativas, egocentrismo, amor de sí. Con la conciencia podemos ir escalando hasta llegar a la cima y ver de qué está formado.

En nosotros está verlo a través de la observación y recuerdo de sí; alimentarlo o hacerle pasar gana, que sea actor protagonista o actor secundario. El diablo puede estar en cada acción, pensamiento o sentimiento, en lo más cotidiano de nuestra vida. En el mundo 96 donde habitualmente vivimos se crea el escenario perfecto para que el diablo interno pueda alimentarse y crecer, hacerse dueño de nuestra vida, a vivir de espaldas a nuestro mundo interior y llevarnos por el camino largo del sufrimiento. El abogado quedó atrapado en la taberna, distraído, sin control de su vida. A medida que crecía su vanidad y popularidad, su vida interior y la relación con sus seres más cercanos se iba deteriorando. 

Pero el diablo también puede ser nuestro maestro, igual que la vida si usamos las dificultades como escalones para crecer interiormente.

En el mundo del sueño los éxitos externos pueden tener efectos secundarios en nuestra psicología, los eventos y las personas de nuestro entorno. Sin conciencia, nos hipnotiza y nos lleva por un laberinto en dirección siempre al mismo lugar: el sufrimiento. El espejismo del éxito oculta nuestra verdadera naturaleza humana. Todo lo que parecía hermoso por fuera estaba podrido en su interior.

Cuanto más crece la parte externa, la falsa personalidad cristalizada en eventos que la mantienen activa, más disminuyen los aspectos esenciales del ser, metafóricamente personificado en la chica, que se va apagando a medida que su pareja Lomax, el protagonista crece en vanidad y éxito. Hay un desequilibrio entre la esencia y la personalidad.

A esas alturas, cualquier intento por salir del camino marcado, activa el mecanismo de control que obstaculiza y desvía la posibilidad de un cambio de dirección.

El abogado del diablo es la máquina identificada con la propia máquina, aquí comandada por la vanidad y la consideración interna. Pueden cambiar de traje, pero siguen activas sino no hay un cambio interior. Tragaremos el anzuelo sin darnos cuenta y el pescador (el diablo) será el dueño de nuestra vida. Viviremos en una pecera donde todo se repite una y otra vez.

La posibilidad del cambio está en nosotros, pero sin conciencia todo nos sucede, depositamos el poder afuera y somos arrastrados por nuestras emociones, pensamientos y acciones a repetir los mismos errores.