por Jose Ma | Abr 8, 2023 | autoconocimiento, películas
En las diferentes historias se perfila un común denominador que hace de nexo entre todas. La idea de la muerte, el finalizar, terminar, acabar, en sus diferentes expresiones a través de distintas experiencias: la tala de los melocotoneros, los soldados caídos en batalla que salen del túnel, el funeral del pueblo de los molinos, como desaparece en el horizonte la silueta de Van Gogh al final de un camino, las víctimas de la central nuclear, etc. Pero todo final lleva implícito un inicio, una puerta abierta a un nuevo comienzo, como los melocotoneros en flor, que el niño puede ver aún cuando ya no están. A cada momento hay una nacimiento y un final, en todo lo que nos rodea, en nuestro organismo, en la naturaleza, en el planeta, el universo, etc. Como en la historia de Van Gogh, nuestra vida es un lienzo que vamos plasmando con nuestras experiencias. Cada día pintamos una pequeña obra, desde que nos levantamos de la cama hasta que vamos a dormir. Todas esas pequeñas pinturas diarias si las juntamos forman la imagen del gran cuadro de nuestra vida. Si estamos despiertos en los pasos que damos podemos crear una obra de arte consciente.
Otro elemento que fluye entre las historias es el agua en sus diferentes estados, como lluvia y niebla en el bosque de los zorros, la nieve y el hielo con los alpinistas, el mar donde las víctimas del desastre nuclear ponen fin a sus vidas, el río del pueblo de los molinos de agua, donde la imagen final de la película parece simbolizar el final de una existencia de vuelta a la consciencia, al mar donde todos los ríos (consciencias individuales) vuelven.
Si tomamos la película como la vida completa de una persona, hay un ciclo que comienza con la primera historia del niño lleno de curiosidad por conocer y termina con la historia del anciano, cerca del fin de sus días, que comparte sus conocimientos y sabiduría con el viajero.
En este viaje hacia el despertar, aparecen las dificultades como en la historia de los alpinistas atrapados en la tormenta de nieve (la vida mecánica) cuando dicen: “hoy salimos tarde, nos dormimos todos”, “está tormenta nunca amainará”. “la tormenta no parará hasta que hayamos muerto”. Serían los momentos de dudas y distracciones de la vida en el camino interior.
Podemos interpretar el frío, el invierno como el sueño, la parte inconsciente y el calor, el verano como el despertar, la parte consciente. Aparece una figura femenina que podría ser la parte anímica que hace de guía y da luz y calor al alpinista para que puede continuar su camino hasta el campo base.
por Jose Ma | Mar 4, 2023 | autoconocimiento, películas
El viaje que hace el bosquimano (Xi) para devolver la botella caída del cielo, es como una alegoría del viaje de nuestra vida desde que nacemos. Comenzamos siendo esencia, como la comunidad de bosquimanos, que viven en armonía con la naturaleza, compartiendo todo lo que tienen, carentes de emociones negativas y expresándose con sencillez y cariño hacía su familia, compañeros, y vecinos de la comunidad.
En el otro extremo del palo está la sociedad actual donde vivimos, bajo el poder del mundo 96 y esclavos de un tiempo controlado por máquinas, donde funcionamos como robots, de aquí para allá al ritmo que nos marcan las manecillas del reloj. Es como si viviéramos dentro de un reloj de arena y fuéramos arrastrados por los innumerables granos, sin control, hacia el extremo inferior, a través del estrechamiento y donde el tiempo ya no nos pertenece, nos sucede.
Es como una representación de la dualidad, de los extremos en los que vivimos desde el momento en que ponemos el pie en el suelo por la mañana al salir de la cama.
Cuando aparece la botella de Coca-Cola en la vida de este poblado bosquimano, me vino a la cabeza cuando en el antiguo testamento la serpiente interviene en la convivencia entre Adam y Eva y la manzana enciende la llama de las emociones negativas, igual que sucede aquí con la botella. El Kalahari es como el paraíso, que es puesto a prueba por “los dioses” y este suceso, indirectamente es la causa de la búsqueda que hace Xi, el bosquimano del fin de la tierra, la meta de nuestro camino en la vida, un viaje de nuevos conocimientos y aprendizajes.
El bosquimano como esencia, desnudo de emociones negativas y falsa personalidad y también a nivel externo, físicamente casi sin ropa, dentro de su aldea en el Kalahari (el paraíso), ha llegado a un estado sin posibilidad de crecimiento como ser y la aparición de la botella es un punto de inflexión para poder adquirir conocimiento y experiencia en el viaje hacia el fin del mundo (acabar con nuestros demonios interiores). Algo que parece negativo, maligno puede llevarnos a crecer internamente con la ayuda del centro magnético. Muchos de nosotros encontramos el trabajo interno después de tropiezos, caídas, decepciones, como una vía para poner fin al sufrimiento.
Xi, tiene que vestir su esencia con un traje psicológico, con una indumentaria para hacer experiencia en otros contextos y con otras personas. Metafóricamente se viste con ropas de mujer para integrarse dentro del grupo secuestrado. Puede conocer otras leyes, normas y tradiciones, aprender a conducir, conocer un telescopio, el dinero, etc. Sus nuevos compañeros perciben esta simplicidad esencial cuando dicen: “él nunca ha visto una pared en su vida y está rodeada de ellas” (en la cárcel), o él no sabe de puertas”.
En el otro lado está el ejemplo de la persona más mecánica, de Stein con sus torpezas y la proyección sobre su auto destartalado. Ambos son la misma máquina averiada.
El compañero de Stein le dice refiriéndose al auto: “está chatarra no cruzará una selva llena de peligros”. Si lo trasladamos a nosotros mismos, hay que reparar nuestra propia máquina, observarnos, recordarnos, ser más conscientes si queremos tener una vida propia en esta selva mecánica.
por Jose Ma | Ene 29, 2023 | autoconocimiento, comentarios
Una de las ideas que nos enseña el Trabajo, es que en nuestro actual estado de sueño no tenemos un yo permanente, aunque imaginamos que sí lo tenemos. Muchos y diferentes yoes (muchos personajes) habitan nuestra casa psicológica y se creen dueños de ella. Estos piensan, sienten y actúan de forma mecánica y fragmentada. Van y vienen sin control y toman el mando de manera alternada. Nacen de nuestra educación, la sociedad, la familia, influencias astrológicas, tipología de eneagrama, modas, cultura del momento, etc…
Somos como el autobús que toman a diario muchas personas para desplazarse por la ciudad (la vida que tenemos). Se inicia el recorrido (nacemos) y comienza a recoger pasajeros (Yoes) en las diferentes paradas (eventos/sucesos).
La empresa de transporte (Aparato Formatorio) ya tiene definido un recorrido, hace la misma ruta una y otra vez, no tiene posibilidad de ruta nueva. Cada día los mismos pasajeros suben al autobús, los mismos yoes toman el control de nuestra psicología (en la vida ordinaria lo llamamos recurrencia, repetir una y otra vez los mismos errores y malas decisiones). El motor del bus (nuestra esencia) no puede expresar todo su potencial. Mecánicamente atrae los mismos eventos: retenciones, accidentes, huelgas, averías, etc.
Si tomamos Conciencia, mediante la Observación de Sí y el Recuerdo de Sí, de que esos yoes no somos nosotros, que los pasajeros no son dueños del autobús. Entonces, alguien puede tomar el control del autobús, con la posibilidad de cambiar la ruta y salir de esa ciudad (cambiar de vida). Entonces, la esencia, el motor del autobús, puede trabajar a todo rendimiento.