por Jose Ma | Abr 15, 2023 | autoconocimiento, películas
Esta película, me pareció significar el viaje de nuestra esencia a través de las diferentes etapas de la vida de una persona: niñez, juventud, madurez y vejez y su equivalencia con las estaciones del año, primavera, verano, otoño e invierno. Un mismo ciclo, una rueda que gira sin principio ni final.
La primavera sería el niño, el alumno que empieza el camino de crecimiento interior y que termina su desarrollo como ser consciente en la vejez, el invierno.
La barca es el conocimiento, la enseñanza, el vehículo que nos lleva de la orilla de la vida mecánica, sensual, a la orilla del despertar, donde está el templo, la Escuela donde el maestro como ser consciente nos guía sobre las aguas del sufrimiento. Una escuela donde se hace un trabajo sobre los tres centros a través de los ejercicios propuestos por el maestro.
Ese espacio de paz, ese templo sobre el lago, vive dentro de nosotros pero en nuestro actual estado de ser, no somos capaces de percibirlo.
Simbólicamente el hecho de cruzar la puerta, sin paredes a los lados es como un acto de recuerdo de sí, recordar una dirección, enfocar la atención en algo concreto, seguir unas reglas, una forma de mantenerse más despierto, como un pequeño ejercicio de observación de uno mismo que puede ser de gran ayuda para acrecentar la voluntad y comprensión en tareas más grandes.
Como hace el alumno cargando con la piedra de sus errores y malas decisiones, escalando la montaña de la vida, cada uno de nosotros arrastramos nuestra propia carga que aceptamos como algo natural, pero que si tomamos consciencia, no es nuestra verdadera naturaleza. Si alcanzamos la cumbre (el despertar), tenemos una visión mucho más amplia y objetiva, salimos de la identificación, como en la película vemos el lago (el sufrimiento) de lejos como algo lejano que ya no me pertenece ni necesito.
La letras que el maestro escribe sobre la madera del templo, si tomamos el templo como nosotros, como nuestro ser, el alumno al vaciar con el cuchillo cada palabra escrita, es como si lo grabara en su interior, en lo más profundo de su ser, como una manera de integrarlo para que lleve a una transformación.
por Jose Ma | Abr 8, 2023 | autoconocimiento, películas
En las diferentes historias se perfila un común denominador que hace de nexo entre todas. La idea de la muerte, el finalizar, terminar, acabar, en sus diferentes expresiones a través de distintas experiencias: la tala de los melocotoneros, los soldados caídos en batalla que salen del túnel, el funeral del pueblo de los molinos, como desaparece en el horizonte la silueta de Van Gogh al final de un camino, las víctimas de la central nuclear, etc. Pero todo final lleva implícito un inicio, una puerta abierta a un nuevo comienzo, como los melocotoneros en flor, que el niño puede ver aún cuando ya no están. A cada momento hay una nacimiento y un final, en todo lo que nos rodea, en nuestro organismo, en la naturaleza, en el planeta, el universo, etc. Como en la historia de Van Gogh, nuestra vida es un lienzo que vamos plasmando con nuestras experiencias. Cada día pintamos una pequeña obra, desde que nos levantamos de la cama hasta que vamos a dormir. Todas esas pequeñas pinturas diarias si las juntamos forman la imagen del gran cuadro de nuestra vida. Si estamos despiertos en los pasos que damos podemos crear una obra de arte consciente.
Otro elemento que fluye entre las historias es el agua en sus diferentes estados, como lluvia y niebla en el bosque de los zorros, la nieve y el hielo con los alpinistas, el mar donde las víctimas del desastre nuclear ponen fin a sus vidas, el río del pueblo de los molinos de agua, donde la imagen final de la película parece simbolizar el final de una existencia de vuelta a la consciencia, al mar donde todos los ríos (consciencias individuales) vuelven.
Si tomamos la película como la vida completa de una persona, hay un ciclo que comienza con la primera historia del niño lleno de curiosidad por conocer y termina con la historia del anciano, cerca del fin de sus días, que comparte sus conocimientos y sabiduría con el viajero.
En este viaje hacia el despertar, aparecen las dificultades como en la historia de los alpinistas atrapados en la tormenta de nieve (la vida mecánica) cuando dicen: “hoy salimos tarde, nos dormimos todos”, “está tormenta nunca amainará”. “la tormenta no parará hasta que hayamos muerto”. Serían los momentos de dudas y distracciones de la vida en el camino interior.
Podemos interpretar el frío, el invierno como el sueño, la parte inconsciente y el calor, el verano como el despertar, la parte consciente. Aparece una figura femenina que podría ser la parte anímica que hace de guía y da luz y calor al alpinista para que puede continuar su camino hasta el campo base.
por Jose Ma | Feb 18, 2023 | autoconocimiento, películas
En esta película, la primera impresión que tuve fue la idea similar que se plantea en la historia “cuento de navidad”, donde aparecen los tres fantasmas del pasado, presente y futuro, para aleccionar y transformar al avaro protagonista. Aquí en lugar de fantasmas son tres versiones en el tiempo de Russ (Bruce Willis), que busca curar los conflictos del pasado para tener una vida verdadera. El se cura a si mismo tomando conciencia de las causas que originaron los conflictos que han formado su actual personalidad y su actitud hacía sí mismo y los otros.
Hay una frase que me dejó pensando al inicio cuando Amy habla con Russ y dice: “es ridículo seguir hablando de lo que seremos cuando seamos mayores, porque ya lo somos”.
La vivienda de Russ es una extensión de su personalidad; protección e impermeabilización frente a lo exterior, un sistema de seguridad y control para impedir ser invadido por el enemigo agresor. A nivel personal y psicológico es lo mismo, Russ protege su espacio psicológico, levantando un muro, una barrera para que nadie penetre en su territorio personal. Esa muralla es su falsa personalidad, la imagen creada de sí, su ego comandado por su consideración interna, vanidad y orgullo. Estos soldados, esta avanzadilla defienden con todas sus fuerzas el castillo, la fortaleza que Russ ha tenido que crear a lo largo de los años para proteger a su niño interior, su esencia, su verdadero yo, aquí representado por Rusty, él de pequeño, pero que reclama su espacio, su territorio y aparece desde dentro como niño y desde arriba, de mayor con la avioneta. Desde estos lugares el castillo está desprotegido y Russ tiene que rendirse a su poder. Poco a poco las piedras, los yoes de la muralla van cayendo y dejando al descubierto la parte más valiosa de Russ, ese tesoro escondido que había olvidado hacía muchos años porque pensaba que lo hacía débil y fracasado. Pero Russ comienza a darse cuenta y valorar las cosas que son verdaderamente importantes y las que no lo son.
Hay una frase que resume un poco esta idea cuando Russ pregunta a su versión de 8 años, a Rusty: “¿A qué vienes a mi casa?”, pensé, ¿por qué ha llegado a su vida en ese momento?
Russ se pregunta a sí mismo desde su versión de niño: “¿Cuándo dejaremos de meter la pata así ?, Russ, tenemos que cambiar. Más nos vale”.
Su yo observante, esa parte de la conciencia le ha lanzado una cuerda en forma de niño de 8 años para mostrarle su verdadera naturaleza, rescatarlo de la oscuridad de su fortaleza o falsa personalidad y volver a descubrir el valor de las pequeñas cosas: admirar la luna llena, la compañía de un perro, la familia, compartir nuestro tiempo con las personas queridas, con la pareja, etc.
Y al final del todo cuando el avión (que es el mismo Russ, con todo lo valioso que hay en él y en su vida) despega dicen: “hemos despegado” y pensé hemos tomado conciencia, hemos cambiado, nos despojamos de la armadura que nos oprimía , soltamos lastre y nos elevamos como el avión, ligeros con nuestro verdadero yo, para tener una vida nueva que nos pertenezca.