AUTOR: P. D. OUSPENSKY

pág 37 del libro «Fragmentos de una enseñanza desconocida» (parte I)

….algunas enseñanzas comparan al hombre con una casa de cuatro habitaciones. El hombre vive en la más pequeña y miserable de todas, y hasta que le sea dicho, no tiene la menor sospecha de la existencia de las otras tres, llenas de tesoros. Cuando oye hablar de ellas, comienza a buscar las llaves de estas habitaciones, especialmente de la cuarta, la más importante de todas. Y cuando un hombre ha encontrado el medio de penetrar en ella se convierte realmente en el amo de la casa, porque es solamente entonces que la casa le pertenece plenamente y para siempre.

«La cuarta habitación le da al hombre la inmortalidad hacia la cual todas las enseñanzas religiosas se esfuerzan en mostrarle el camino. Hay un gran número de caminos, más o menos largos. más o menos duros; pero todos, sin excepción, conducen o se esfuerzan por conducir hacia una misma dirección, que es la de la inmortalidad.»

En la reunión siguiente, G. prosiguió:

—Dije la última vez que la inmortalidad no es una propiedad con la que nace el hombre, pero que ella puede ser adquirida. Todos los caminos que conducen a la inmortalidad —los que son generalmente conocidos y los otros— pueden dividirse en tres categorías:

  1. El camino del faquir.
  2. El camino del monje.
  3. El camino del yogui.

«El camino del faquir es el de la lucha con el cuerpo físico. es el camino del trabajo sobre la primera habitación. Es largo. difícil y dudoso. El faquir se esfuerza en desarrollar la voluntad física, el poder sobre el cuerpo. Lo obtiene mediante terribles sufrimientos, torturando al cuerpo. Todo el camino del faquir está hecho de ejercicios físicos increíblemente penosos. Se mantiene de pie, en la misma posición, sin movimiento alguno, durante horas, días, meses o años; o bien, sentado sobre una piedra desnuda, bajo el sol, bajo la lluvia, bajo la nieve, mantiene los brazos extendidos o bien se tortura con fuego o con un hormiguero en el que pone sus piernas desnudas, y así sucesivamente. Si no se enferma o no muere, se desarrolla en él lo que puede llamarse la voluntad física y obtiene entonces la cuarta habitación, es decir, la posibilidad de formar el cuarto cuerpo. Pero sus otras funciones —emocionales, intelectuales— permanecen sin desarrollar. Ha conquistado la voluntad, pero no tiene nada en qué poderla aplicar, no puede hacer uso de ella para adquirir el conocimiento o perfeccionarse a sí mismo. Por lo general está demasiado viejo para iniciar un trabajo nuevo.