«LA GEODA»

«LA GEODA»

Una geoda es una cavidad esférica, como una cápsula forrada de cristales en su interior, que pueden ser de gran pureza y transparencia. Pueden tener diferentes tamaños, las más grandes descubiertas hasta ahora con cristales de hasta 2 metros de longitud. Estas geodas permanecen ocultas en las entrañas de la tierra, bajo toneladas de rocas y minerales. Para llegar hasta ellas los mineros tienen que hacer un gran trabajo de perforación y extracción de toda la tierra que la oculta, creando túneles y galerías hasta acceder a esta joya de la naturaleza.

Llegar hasta nuestra geoda interior, nuestra esencia, requiere también un gran esfuerzo de los yoes más conscientes, esos mineros que valoran este trabajo de crecimiento interior, para apartarse y separarse de la falsa personalidad, de la multitud de yoes negativos, de esas diferentes personas, que viven en nosotros y que ocultan nuestra esencia bajo numerosas capas. Mediante el yo observante, el lado más consciente de nosotros, es posible adentrarse en las profundidades de este mundo inconsciente y desconocido hasta ahora. Nos permite iluminar y discernir los diferentes estados, actitudes, reacciones, pensamientos, que actúan de manera mecánica en nosotros y ser más conscientes de aquello que nos mantiene atrapados en el estado de sueño. Separarnos de los miedos, inseguridades, envidias, críticas, vanidad, orgullo, pensamientos negativos, etc., llevando a la práctica lo que el trabajo nos enseña. Es vaciarnos de todos los escombros que hasta ahora no dejaban ver nuestra parte más esencial. Una vez que los yoes mineros más conscientes, se abren paso a través de las galerías de nuestra psicología, con el recuerdo de sí, se apuntalan y refuerzan los túneles excavados para evitar que vuelvan a llenarse de las rocas y los minerales que se habían extraído, de todos los deshechos psicológicos que cerraban el paso hasta nuestra esencia, la geoda que todos llevamos dentro.

«EL FERROCARRIL»

«EL FERROCARRIL»

Las enseñanzas del Cuarto Camino nos recuerdan constantemente que las personas en nuestro estado actual, ahora, en este mismo instante, estamos dormidas, que somos máquinas que no se conocen a sí mismas, gobernadas por las influencias y circunstancias externas de la vida. Nuestras reacciones ante los distintos eventos siempre suelen ser las mismas. Nuestra mirada está dirigida hacia afuera, hacía el mundo sensorial que nos llega a través de los sentidos. Vivimos de espalda a nuestras emociones y pensamientos, es decir a nuestros estados internos.

Como decía Maurice Nicoll, autor de Cuarto Camino, “somos máquinas conducidas por la vida”. Por consiguiente, todo en la vida nos sucede, sin posibilidad de hacer. La vida decide por nosotros.  Todo sucede de forma mecánica en la vida, igual que llueve, nieva, hace viento, sale el sol, llega la noche, etc. Y así un día tras otro, mes a mes, año tras año. Nos movemos al ritmo de la música que la vida nos marca, aunque tengamos la ilusión de que podemos elegir nuestras propias canciones.

Somos como los ferrocarriles manejados por un conductor que siempre sigue el mismo trayecto, el que le marca la compañía ferroviaria, y que siempre circula por las mismas vías y que hace cada día la misma ruta, sin la posibilidad de cambiar de vía y de trayecto. Siempre las mismas estaciones, el mismo recorrido, los mismos puentes, túneles, edificios, el mismo paisaje, el mismo destino. Viajamos por nuestro país psicológico con un tren que está a las órdenes de la vida mecánica, donde todo sucede de una única manera.

Pero con el trabajo de crecimiento interior, el conocimiento y la práctica que nos propone el Cuarto Camino tenemos la posibilidad de cambiar al conductor de la locomotora, con una nueva  manera de conducir el ferrocarril, una nueva manera de pensar, que nos guía a una nueva comprensión, más conciencia, a nuevas rutas y nos permita transitar por nuevas vías, nuevos trayectos, diferentes estaciones en otros pueblos y ciudades. Podemos ampliar nuestro mapa en la vida, abarcar más lugares y decidir nuevos destinos a visitar.