El protagonista David Norris, al inicio de la película, cuando ve a Elise en el baño, parece reconocer una parte de sí, la parte anímica reflejada en esta chica. El baño por un momento parece la representación de su ser. Aquí tiene lugar como un choque repentino donde descubre otra parte de él, más  allá de su vida pública, como algo olvidado, pero que siempre había estado ahí. Se ve a sí mismo a través de la bailarina Elise. Se recuerda a sí mismo y por un instante puede ver a su verdadero yo entre todas esas capas de artificio adoptadas de su entorno sociopolítico.  Es curioso que se da en el baño, un lugar íntimo, apartado y lleno de espejos donde vernos. Ve en Elise algo que no tiene en su vida; espontaneidad, descaro, rebeldía, improvisación. Es como si cayera ante él, ese velo artificial y falso que cubría su vida, formada en torno a lo externo, a su vida pública de la política, fabricada para ser admirada por sus seguidores, como ocurre con estrellas de la música, actores famosos, deportistas de élite. Una imagen de sí falsa creada como un producto, para fomentar la identificación.

Tanto a nivel individual como global todo parece tener un plan establecido, un guión escrito por seres sobrenaturales, que podríamos llamarlos ángeles y que parecen tener el control de todas las piezas del tablero de ajedrez, conocen todos los posibles

 movimientos y se adelantan a las improvisaciones. Pero el tablero representa la vida mecánica y la única forma de hallar la libertad es salir de ese círculo cerrado, despertando a través del conocimiento y la comprensión.

Cuando intentamos hacer un cambio en un hábito mecánico surgen los obstáculos, no es fácil. El camino del crecimiento interior está lleno de montículos y piedras. La vida está llena de distracciones para alejarnos de nuestro lado esencial.

Como dice el agente de color: “si estás con ella (Elise, ánima) no vas a necesitar llenar tu vacío interior con aplausos, votos, sueños,)”…

Llegar a los juzgados para estar con Elise (ánima), para que nos guíe hasta el director general (el ser, la conciencia), supone atravesar innumerables puertas y sustratos de capas como dice en la película. 

El sur de Manhattan (la personalidad) son capas y capas de sustratos (yoes,  emociones negativas, identificaciones, etc…). Como dice el agente de color son las “puertas” que se han ido añadiendo con el tiempo, lo que hemos ido adquiriendo de nuestro entorno y formado nuestra falsa personalidad.

Este agente como ser más consciente o maestro, que ya conoce el camino, muestra a Norris como llegar hasta Elise, Igual que el trabajo de Escuela nos enseña las puertas correctas que nos llevan hasta nuestro verdadero yo.

Cuando se percibe el sabor de lo verdadero, como para Norris estar con Elise, ya no queremos probar las imitaciones. Si te gustan los dátiles y pruebas los medjoul, que son los de mayor calidad, a partir de ese momento ya no lo cambias por otros.