Dentro de la mecanicidad de la sociedad donde vivimos no nos reconocemos como una pieza más del sistema que nos tiene atrapados.

La búsqueda de replicantes por parte del protagonista la podemos interpretar también como una búsqueda interna de nuestra parte mecánica que no reconocemos como propia. El replicante forma parte de nosotros, pero no lo reconocemos. Vive oculto en cada pensamiento, emoción, acción, como en la película bajo la constante lluvia que no para.

Las replicantes son nuestra creación, forman parte de nosotros, nuestro lado oculto, nuestra sombra, la parte inconsciente que no aceptamos y queremos que desaparezca.

El protagonista tiene que hacer frente a su pasado en una lucha con su lado oscuro: los replicantes. Cuando acepta e integra esa parte como suya, entonces el conflicto se disuelve como si fuera un solo ser.

Cuando está frente al replicante y éste le salva la vida se da cuenta que no hay separación entre ambos, no son tan diferentes, los mismos miedos, interrogantes, el amor por la vida.

Aquello que acabamos por rechazar, al conocerlo y comprenderlo podemos aceptarlo e integrarlo como pasa con Rachel, acortamos la separación, los extremos se juntan.

Disuelto el conflicto con su lado oculto, Rick y Rachel como un solo ser, salen de esa burbuja de sufrimiento, dolor y violencia (la ciudad de Los Ángeles); al fin dejó de llover y van rumbo a un nuevo horizonte despejado, luminoso, una nueva dirección para una nueva vida. Un nuevo paisaje donde crecer.