Despejar, limpiar nuestra niebla interior para poder llegar a sentir nuestra alma, como en esta historia ver el monte Fuji, en Japón, en un día claro y despejado o como Rudi el protagonista, descubrir a su esposa, a su propia alma, que estaba tan cerca suyo pero que no conocía. La mecanicidad y la inmovilidad de la rutina diaria habían ocultado la verdadera naturaleza de su esposa y de su ser. Como decía Rudi a su amiga japonesa, que su esposa era como un leopardo atrapado en una jaula. Había otra mujer dentro de ella que no vio. O como el bailarín de danza japonesa Butó que se quita toda esa ropa de sufrimiento y dolor, bailando con la sombra, el lado más oscuro, hasta dejar al descubierto su cuerpo desnudo. En esta escena Trudi, la esposa se ve a sí misma a través de los gestos, la expresión del bailarín como un solo ser sin separación.

El tiempo que tenemos ahora para hacer experiencia es un tesoro para aprovechar en este mismo instante. No sabemos de cuánto tiempo disponemos. Lo que no se hace ahora porque no estuvimos presentes, por distracciones de la vida mecánica puede ser demasiado tarde si nos quedamos sin tiempo y ya no podemos recuperar el tiempo pasado. Tenemos una oportunidad, si la desperdiciamos puede que no se vuelva a repetir.

Hay personas que en un día pueden descubrir más cosas de nuestra interioridad que otras personas más cercanas en años, que han estado junto a nosotros toda una vida. Creo que el tema está desde que centro nos comunicamos y el nivel de ser de cada persona.

Esta desorientación que tiene Rudi el protagonista moviéndose por la ciudad de Tokio, sin conocer el idioma, los lugares, las personas, se parece al que tenemos en nuestro paso por la vida cuando nos relacionamos con personas y situaciones que no comprendemos y nos perdemos a través de los errores y malas decisiones. El encuentro con un guía, un maestro, como la artista japonesa que conoce en la calle, puede redirigir nuestro camino y llevarnos a nuestra meta, aquí el monte Fuji, la unión con nuestra parte más pura, nuestra alma.

Me gustó la idea de la tradición japonesa de dejar el calzado de la calle en la entrada de casa y usar otro tipo de calzado o ir descalzo, para que las impurezas externas no contaminen el interior de nuestro hogar, a nivel psicológico que las influencias de la vida mecánica no tomen el control de nuestro lado interno. Estar en nuestra casa lo más limpio posible.