Una geoda es una cavidad esférica, como una cápsula forrada de cristales en su interior, que pueden ser de gran pureza y transparencia. Pueden tener diferentes tamaños, las más grandes descubiertas hasta ahora con cristales de hasta 2 metros de longitud. Estas geodas permanecen ocultas en las entrañas de la tierra, bajo toneladas de rocas y minerales. Para llegar hasta ellas los mineros tienen que hacer un gran trabajo de perforación y extracción de toda la tierra que la oculta, creando túneles y galerías hasta acceder a esta joya de la naturaleza.
Llegar hasta nuestra geoda interior, nuestra esencia, requiere también un gran esfuerzo de los yoes más conscientes, esos mineros que valoran este trabajo de crecimiento interior, para apartarse y separarse de la falsa personalidad, de la multitud de yoes negativos, de esas diferentes personas, que viven en nosotros y que ocultan nuestra esencia bajo numerosas capas. Mediante el yo observante, el lado más consciente de nosotros, es posible adentrarse en las profundidades de este mundo inconsciente y desconocido hasta ahora. Nos permite iluminar y discernir los diferentes estados, actitudes, reacciones, pensamientos, que actúan de manera mecánica en nosotros y ser más conscientes de aquello que nos mantiene atrapados en el estado de sueño. Separarnos de los miedos, inseguridades, envidias, críticas, vanidad, orgullo, pensamientos negativos, etc., llevando a la práctica lo que el trabajo nos enseña. Es vaciarnos de todos los escombros que hasta ahora no dejaban ver nuestra parte más esencial. Una vez que los yoes mineros más conscientes, se abren paso a través de las galerías de nuestra psicología, con el recuerdo de sí, se apuntalan y refuerzan los túneles excavados para evitar que vuelvan a llenarse de las rocas y los minerales que se habían extraído, de todos los deshechos psicológicos que cerraban el paso hasta nuestra esencia, la geoda que todos llevamos dentro.