por Jose Ma | Ago 5, 2023 | autoconocimiento, películas
Solaris, (el océano), es como la representación de la conciencia, de la que todos formamos parte.
La parte inconsciente de la conciencia y la parte inconsciente de nuestra conciencia, la que da forma y materializa nuestros conflictos internos, aquella parte de nosotros que permanece oculta, de la que no somos conscientes, atrayendo personas, eventos, situaciones particulares en nuestra vida cotidiana, como la aparición de Hary, la esposa fallecida del protagonista Kris.
Uno de los protagonistas dice: “consideran que sus visitantes son unos extraños que les molestan, pero son partes de ustedes mismos, obra de su conciencia”.
Hay una escena donde se puede ver de manera muy clara, donde uno de los personajes circula en auto por la ciudad, alterado, inmerso en pensamientos, con la mirada perdida. A su alrededor aparecen un laberinto de carreteras, túneles como si fueran parte de su mente agitada y los autos que circulan, una proyección de los innumerables pensamientos entrelazados, que van y vienen sin parar. Lo externo, el paisaje urbano, (autos, carreteras, túneles, etc.) son un reflejo de la interioridad del personaje, (lo que es adentro es afuera y lo que es afuera es adentro).
El contraste lo encontramos en la calma, paz y sosiego que se vive en el campo, cerca del lago, un entorno más cercano a la esencia, el ser, la conciencia. La ciudad con el tráfico, los coches, carreteras, túneles sería la parte más mecánica, externa, perteneciente a la falsa personalidad.
Cada estancia de la estación espacial sería la parte inconsciente de la conciencia de cada individuo dentro de la conciencia de Solaris. Allí se guardan los miedos, inseguridades, traumas, conflictos no resueltos, etc.
Y durante la noche mientras duermen toman forma y se manifiestan como Hary, la esposa de Kris. Este, cuando llega a la estación parecería actuar como el yo observante, intentando sacar a la luz, descubrir la verdad de lo oculto en cada estancia (parte inconsciente de los tripulantes).
Vivimos en una virtualidad creada por nuestro inconsciente (el océano de Solaris) como una sola conciencia, y todas las personas y eventos en nuestra vida son un reflejo de nuestra psicología que nos muestran partes de nosotros, que tenemos que trabajar para tomar conciencia de nuestro estado de sueño. Como nos muestra la película, el hombre necesita a otros hombres de espejo, donde ver su propia psicología y hacer experiencia si es consciente.
Nuestra vida actual es una representación de Solaris, atrapados en el sueño, dormidos, recreando situaciones que se repiten una y otra vez como un sueño interminable donde todo nos sucede, sin poder hacer y con la ilusión de creer tener el control y ser dueños de nuestras vidas. Como al final de la película donde el protagonista queda atrapado en una etapa de su vida, dentro del océano de Solaris.
Con esta película, Tarkovsky nos muestra el paralelismo que hay entre su idea de conciencia como un todo creador y el Sol (a nivel psicológico), como representación del más elevado nivel de conciencia en el sistema solar.
por Jose Ma | Jul 29, 2023 | autoconocimiento, películas
Un evento externo como una guerra, una catástrofe, una pandemia, etc, puede dejar al descubierto nuestras guerras y luchas internas. Tarkovsky propone sacrificar, deshacerse de algo, purificar nuestra casa psicológica, trascender el sufrimiento inútil.
El protagonista, Alexander señala la importancia de sostener un hábito positivo regularmente en el tiempo que nos puede llevar a la posible transformación, haciéndolo de forma impecable, se hace esencial, puede cambiarnos y cambiar el mundo. Como la historia del monje que riega un árbol seco durante tres años y termina dando retoños. Los ejercicios que se proponen en la Escuela, llevan esta dirección. Hacerlos con continuidad y constancia puede dar sus frutos en forma de conexiones, asociaciones, comprensión, percepciones en uno mismo, que son posibles si se llevan a la práctica de forma regular, a través de la propia experiencia.
Cuando Alexander, el protagonista explica a su amigo que arregló con sus propias manos el jardín de su madre que estaba muy descuidado, parece referirse a arreglarse a sí mismo: “en medio del jardín arruinado (la personalidad), había algo bello (la esencia)”. Alexander limpia el jardín, corta el pasto, quema las malas hierbas, poda los árboles, (hace un trabajo de crecimiento interior), como decía Claudio quitarse la infelicidad con un esfuerzo consciente. Quería que su madre viera un nuevo jardín, un nuevo hijo, un nuevo Alexander, una persona nueva, cambiada. Cuando terminó, se arregló, cambió de ropa, se dio una ducha y observó el jardín (se observó a sí mismo como un nuevo hombre).
Cuando está sentado en el bosque, hablando con su hijo, de cuestiones existenciales y espirituales parece querer hablar con su esencia, la parte de su ser, ávida de conocimiento, de aprender, adquirir experiencias.
La casa donde conviven, es como una representación del ser que somos en el estado actual de sueño; allí están guardados los yoes negativos, emociones negativas, identificaciones, consideración interna, etc. Todos los personajes ponen de manifiesto sus miedos, angustias, inquietudes, deseos, etc. Toda la casa (que somos nosotros mismos) es una construcción artificial y el hombre más consciente (Alexander), quiere disolver, integrar esta parte, llevarla a la conciencia a través de la purificación con el elemento fuego, quemando, limpiando esta parte que está en nosotros, como una especie de sacrificio necesario para que pueda renacer algo nuevo, nuestra nueva casa, donde la esencia pueda crecer con un nuevo conocimiento, una segunda educación.
El niño simboliza la esencia, que al principio no se expresa, no habla, por una reciente operación en la garganta, pero que a lo largo del día (toda una vida), crece, se enriquece de conocimientos a través de la figura del maestro (su padre), después de toda una vida (un día en la película), ya se expresa, dice sus primeras palabras, ha dado sus frutos. Es como la representación de la parte esencial de todos los personajes, sin separación. El árbol regado da sus frutos. En los evangelios aparece como: “en el principio estaba la palabra”, la semilla, que dará forma al árbol (a nosotros).
Como en todas las películas de Tarkovsky, la figura femenina, como símbolo de la parte anímica, es un elemento muy importante. El personaje de María (curiosamente como la madre de Jesús que aparece en el cuadro de la adoración de Leonardo da Vinci), acompaña a Alexander, en este proceso de purificación, de sacrificar nuestra infelicidad. Es la conexión con nuestra parte anímica que nos da la fuerza en nuestro camino interior.
Para que algo nuevo pueda nacer, algo debe morir. En los evangelios, Jesús se sacrifica para dar paso al nacimiento de una nueva forma de ver la vida.
La vieja casa de madera (nuestra personalidad, nuestra máquina) arde, se purifica, pero sembramos un nuevo arbusto como hicieron Alexander y su hijo, lo regamos con conocimiento, para que vaya creciendo y podamos construir una nueva casa, un nuevo hogar, una nueva psicología.
Al ver la imagen del cuadro de la adoración que aparece al principio, me vino la imagen de la casa con los personajes dentro conviviendo ante una celebración, el cumpleaños de Alexander y en el cuadro, el nacimiento de Jesús. Como si la casa y el cuadro representaran el mismo evento.
por Jose Ma | Jul 22, 2023 | autoconocimiento, películas
En el mundo, en la sociedad donde vivimos y a otra escala en nuestra psicología cotidiana, las influencias externas como el consumismo nos mantienen hipnotizados, dormidos en la mecanicidad y se adueñan de nuestras acciones, pensamientos y sentimientos.
Imaginamos que tenemos el control, que podemos hacer, que somos libres, como las ovejas del rebaño que vivían engañadas por el amo, haciéndoles creer que eran únicas y especiales, pero todas tenían el mismo destino: la cazuela.
La niebla y la confusión creada por la máquina, interpreta que todas las influencias que nos llegan por los sentidos son un alimento beneficioso para nuestra existencia. Tomando conciencia podemos comenzar a disipar esa niebla y separar el trigo de la paja. Ver los hilos del engaño y al titiritero que maneja las marionetas que somos. Empezamos a ver partes de las escenas de la obra completa de la Matrix donde vivimos. Comenzamos a descubrir parte del guión escrito por los que viven entre bastidores y que no se dejan ver. Cambiamos las gafas actuales que llevamos, fabricadas por la vida mecánica que distorsionan la realidad, por otras fabricadas por el círculo consciente de la humanidad y que permiten ver la verdad de las cosas.
Este cambio de gafas, provoca una resistencia de la máquina que quiere permanecer dormida como hasta ahora y en la película vemos la pelea entre los protagonistas cuando uno de ellos quiere colocarle las gafas al otro para que vea el engaño donde vivimos. La máquina se resiste al nuevo conocimiento, a la nueva manera de pensar. ¿Quién va a querer ponerse las gafas de la conciencia cuando imaginamos ser plenamente conscientes, poseedores de un yo permanente y una individualidad? ¿Quién va a buscar lo que ya cree que posee?
No queremos ver nuestro lado oscuro, nuestros enemigos interiores que viven dentro nuestro, no los reconocemos. Pero cuando nos colocamos las gafas de la conciencia ya no hay marcha atrás, salimos del engaño y como se dice en este trabajo, para nosotros ya no existe papá Noel y el ratoncito Pérez.
Hay una frase de uno de los personajes que resume nuestra situación actual en la sociedad: “si eres del montón, procura no estar debajo, te podría faltar el aire”. Lo interpreté que si permanecemos en la parte mecánica de los centros, en el subsuelo de nuestra psicología, vamos a quedar atados al sufrimiento.
por Jose Ma | Jul 15, 2023 | autoconocimiento, películas
Toda la película me dio la impresión de ser un gran cuadro imaginario, con muchos personajes, muchos yoes, donde Amelie es la artista que con su pincel (la imaginación) va dando colorido y luz a la vida de las personas de su entorno. Quiere proyectar la fantasía de su mundo interior a su vida externa, llevando su consideración externa y su amor incondicional a la vida de los otros. Es como el sol que lleva luz al sufrimiento del mundo 96.Pero ¿quién da forma y color a Amelie? Forma parte de otro cuadro, otro cuadro más grande, la conciencia, que engloba a todos los cuadros que existen y donde el pintor anciano con más comprensión y sabiduría toma el papel de maestro.
Amelie descubre el tesoro escondido de un niño y su deseo es sacar ese tesoro escondido en cada una de las personas que están en su vida. Esa parte de todos nosotros que quedó tapada por la sombra de los conflictos, conductas adquiridas y sufrimientos inútiles. Es como llevar una prenda de ropa al revés que no deja ver su verdadero color y darle la vuelta para que muestre su verdadera naturaleza.
Amelie está dentro de cada uno de nosotros, como la parte anímica, deseando ser explorada, intentando mostrarnos lo verdadero que hay en nosotros, pero como sucede con los centros superiores no escuchamos o no entendemos su lenguaje con todo el ruido interno que llevamos a cuesta y permanecemos en la mecanicidad y el camino largo.
En una de las grabaciones que Amelie envía al pintor me gustó la imagen del pelotón ciclista compitiendo en una etapa del Tour de Francia, y de repente se cuela un caballo entre los ciclistas que se pone al frente y es como si la parte interna de uno se liberase de la mecanicidad del grupo. Invade una sensación de libertad, pureza y rebeldía.
Cuando Amelie interviene en la cotidianidad del tendero para darle una lección por la actitud con su empleado, pensé que cuando tenemos un día que no salen las cosas o todo sale mal, quizás nosotros a otro nivel inconsciente lo organizamos así para mostrarnos a través de las dificultades algún error que venimos repitiendo y no nos dimos cuenta.
La cafetería con los trabajadores y clientes parece una representación de como los diferentes yoes, emociones negativas y charla mecánica de la máquina interpretan los eventos de diferente manera, distorsionando la verdad, creando separación y poca comunicación. Es como una muestra de nuestra psicología en el sueño, otro cuadro, otra pintura donde los sucesos se repiten mecánicamente como las mismas formas, líneas y pinceladas del cuadro de Renoir que repite el pintor anciano cada año, durante 20 años.
por Jose Ma | Jul 8, 2023 | autoconocimiento, películas
Podemos interpretar la película como una búsqueda de un estado interior de paz que acompaña al proceso del despertar. Tomás, el protagonista representa el trabajo sobre la esencia, dejando a un lado la parte del conocimiento y la personalidad. En el otro extremo esta su hermano que trabaja sólo le parte del conocimiento, del saber, desconectado de su parte esencial. El Trabajo de Escuela en el centro budista Zen, hace de fuerza neutralizante con un efecto conciliador integrando las dos partes. El camino se hace más corto.
Trabajando las dos partes de su ser, Tomás puede llegar a ser un buen amo de casa y llevar a su vida cotidiana lo aprendido en el centro budista. Crecer internamente sin tener que abandonar la vida que lleva. Usar su vida como laboratorio de aprendizaje.
En el viaje que lo lleva al centro Zen, sonaba la canción con la letra arriba-abajo, afuera y adentro, recordando la idea de la no separación entre lo interno y lo externo y entre lo superior y lo inferior.
Al iniciar el trabajo en la Escuela, Tomás en la ducha tiene que desprenderse, purificarse de su falsa personalidad, cortarse el pelo, dejar atrás al antiguo Tomás. La idea de escarbar en uno mismo hasta llegar a encontrar las piedras preciosas ocultas tras las rocas de nuestra falsa personalidad. El maestro conoce por experiencia propia las barreras que dificultan los primeros pasos de este camino y tiene la medicina adecuada para el sufrimiento, aunque como dice aquí, al principio es amarga. Esta medicina, este conocimiento no es gratis y cuanto más se trabaje mayor será el precio, porque al que tiene se le dará y al que poco tiene, lo poco que tiene le será arrebatado.
Las posturas, la disciplina nos ayudan a acrecentar la atención y a recordarnos en nuestra vida ordinaria, es la semilla que nos lleva a formar algo más grande en nosotros.